Monday, June 26, 2006

Tengo un gorrión que no me deja dormir

Lo tengo en una caja de galletas redonda, de hojalata.
Por la noche duerme encima del reloj de mi habitación, porque así está calentito. Y sueña, lo sé porque protesta. Durante el día, también duerme, en la terraza con su cabeza dentro de un calcetín, no me preguntéis por qué.
Lo recogí el sábado, y he deducido que cayó por el agujero del canalón mientras daba un paseo fuera de la vigilancia del nido.
Ahora está en la terraza y confío en que venga la madre.
Come bien, a saber: lombricillas hechas de pechuga de pavo, le encantan, pero se las he retirado de momento, por eso de ser sus congéneres, alpiste para canarios que escupe si intuye que hay miga de pan mojada en el menú.
También ha probado picadillo de ternera.
Está sano, y las heces son normales, a pesar de su aspecto verdoso.
Y tiene mucho carácter.
Parecía un buitre en miniatura, por las poderosas garras y porque está cambiando el plumón, por eso le hemos llamado Butragueño, aunque también nos va bien Esplunche.

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